¿Has pensado alguna vez cómo sería tu vida sin poder comunicarte, sin poder pedir lo que necesitas o entender las necesidades de los demás? Todos transmitimos un mensaje, no solo a través de lo que decimos, sino de cómo lo decimos, ya sea de forma verbal o escrita. Todo comunica, las marcas que usamos, el lenguaje que utilizamos, las joyas que nos ponemos, los tatuajes que tenemos, nuestra postura y gestos, ¡todo! Y al mismo tiempo, todo esto constituye y da forma al concepto que tenemos de nosotros mismos y que los demás tienen de ti, y es que amigos, la comunicación cambia al mismo tiempo que lo hace la sociedad.
Ahora, extrapolemos todo esto al mundo empresarial y partamos de una premisa fundamental: Lo que no se comunica… no existe. Lo sé, parece una frase hecha y muy de moda últimamente, pero es tan cierta y tan real como la vida misma. Y ahora más que nunca, porque las nuevas tecnologías lo han cambiado todo.
La revolución tecnológica ha creado y afianzado una nueva forma de hacer negocios y esto, obviamente, afecta a la comunicación. Las empresas, saben que para acertar con su estrategia corporativa es básico que acierten con su comunicación externa, ya que su credibilidad está en juego. Por eso, para las empresas toda acción de comunicación que se realice se puede convertir en un momento muy delicado. Y es que, la comunicación funciona bajo el principio de “acción, reacción y repercusión”, el mensaje que transmitimos y cómo lo transmitimos, tendrá influencia directa en nuestro público objetivo y afectará de manera positiva o negativa en nuestro negocio.
Una buena comunicación aportará valor a nuestra empresa y para ello debe de ser convincente y persuasiva. No solo debemos adaptar nuestro mensaje a la idiosincrasia de la empresa, también al día a día de los mercados y, sobre todo, al público al que queramos dirigirnos, ya que este será juez y jurado de nuestras acciones. Es muy importante proyectar, promover y reforzar de manera coherente la imagen de nuestro negocio, publicitar nuestros proyectos y actividades, saber a quienes nos dirigimos y conseguir la participación e interacción de todo el mundo, es decir, dar a conocer nuestra empresa a los demás y hacerles partícipes de todas nuestras acciones. De igual manera, debemos de tener en cuenta cómo nos perciben y cómo queremos que nos perciban, elaborando estrategias de comunicación, para conectar con nuestros clientes (recuerda, la comunicación también se basa en la escucha activa, la asertividad y proactividad).
Porque la comunicación será la clave del éxito o el fracaso de nuestra empresa, ya que dependerá en gran medida de la imagen que proyectemos. Y proyectar una buena imagen y transmitir buena información de nuestro negocio, no es ni más ni menos que el mercado tenga un conocimiento, una opinión y una valoración positivas de nuestra empresa y, por tanto, de los productos y servicios que ofrecemos.
En definitiva, la comunicación debe de ser la esencia de nuestra actividad empresarial, imprescindible para su buen funcionamiento, convirtiéndola en una herramienta estratégica fundamental para toda empresa que quiera estar bien posicionada en el mercado.
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