Artículo de opinión. Por Álvaro Galán.
El pasado día 17 de septiembre tuve la oportunidad de impartir un nuevo taller titulado “Creación de un plan de negocio digital” en el que trabajé durante 4 horas con un grupo de 29 excelentes profesionales que dedicaron su tiempo a escuchar todo lo que yo tenía que contarles. Desde ya, y desde aquí: muchas gracias por asistir, creo que aprendimos todos mucho y pasamos un rato agradable y distendido.
Llevo ya tres años compaginando mi profesión, la cual adoro y que me permite “vivir sin trabajar”, con la formación y cada vez que me pongo en frente de un grupo de alumnos me surge la misma duda: ¿qué camino debo escoger para que todo el que esté en la sala aprenda lo que necesita aprender?
Cualquiera puede pensar que lo lógico sería ceñirse al guión establecido en el temario y no “meterse en camisas de once varas” pero las expectativas, la motivación y la ilusión que se desprenden en cuanto la química profesor-alumnos empieza a surgir no entiende de guiones, tiempo ni prejuicios. En ese momento, o al menos yo lo vivo así, todos los que estamos en el aula conectamos, perdemos el miedo a decir lo que nos funciona, lo que comprendemos y lo que no, contamos nuestros temores y limitaciones y entonces…, entonces todo fluye. En ese momento todos comenzamos a aprender.
Ese es para mí el momento mágico de la formación: ya todo el mundo da su opinión, debate, discute, opina… Todos se sumergen en la problemática que se está abordando y la hacen suya, se dan cuenta de que comienzan a comprender lo desconocido y el brillo en los ojos comienza a aparecer cuando se descubren preguntando sobre cuestiones de las que nunca habían oído hablar antes de llegar a clase y ahora parecen dominar con soltura. Se aconsejan entre sí, se corrigen… Disfrutamos aprendiendo.
A lo largo de estos años y debido a la complejidad (no por el contexto de la materia sino por la velocidad a la que se actualiza y la cantidad de información verídica y falsa que circula a través de todos los canales de comunicación establecidos) de las materias que imparto basadas en marketing digital y comercio electrónico he detectado una carencia muy importante sobre la que todos los docentes y especialistas del sector que estemos dedicados a la formación deberíamos actuar de inmediato: los profesionales que necesitan iniciarse en estas disciplinas se ven abrumados por la cantidad de información, estrategias, técnicas, oportunidades y recursos que pueden explotar en su camino a través del aprendizaje.
Como docentes, tenemos que trabajar en contextualizar las materias que impartimos, crear un camino, un inicio y un final. Si no lo hacemos, entonces lo único que estaremos desarrollando será ansiedad en la mente de nuestros alumnos. Ansiedad ante la perspectiva del millón de cosas que podrían hacer para vender online y por el hecho de no saber por dónde empezar siquiera.
Como profesional, me encantaría que todos los empresarios, autónomos, emprendedores y estudiantes que acuden a mis cursos contratasen mis servicios en lugar de aprender de mi experiencia, sin embargo nunca dejo una tarjeta de visita (a no ser que me la pidan por alguna duda o cuestión). Mi objetivo es distinto: creo que compartir conocimiento es la única vía para un desarrollo empresarial honesto, sostenible y competitivo. Quizá no para las grandes empresas, pero sí para las pequeñas que a fin de cuentas somos las que soportamos el peso de buena parte de la economía de nuestras CCAA y a las que cada día nos cuesta más “abrir la persiana”.
El marketing digital y el comercio electrónico son dos disciplinas diseñadas y desarrolladas para crear expectativas, satisfacer necesidades y generar persuasión. Es muy fácil caer en el error de pensar que los resultados llegan de inmediato; pensar que si a otro le funciona, a tí también te funcionará o querer abarcar más de lo que se puede apretar, y esto es debido a esa carencia de estructuras lineales en el proceso formativo.
Ahora estoy trabajando en un nuevo proyecto llamado la Escuela de Comercio Electrónico de Cantabria, en él he volcado todo mi conocimiento en desarrollar un plan de estudios que, bajo mi punto de vista, aborda los 6 ejes principales sobre los que cualquier persona que quiera desarrollar su negocio en Internet debería aprender y que podríamos resumir en estos bloques:
- Principios del Comercio Electrónico
- Plan de negocio y preparar una empresa para vender en Internet
- Tecnología web y móvil
- Captación de clientes
- Gestión de procesos
- Fidelización
Al final, casi todo se resume en esto. Si dominas estas áreas tendrás una posibilidad más de que tu empresa tenga éxito en Internet.
Recuerda que puedes apuntarte a todos mis talleres a través de los sitios web de la Cámara de Comercio de Cantabria www.camaracantabria.com y de la Escuela de Comercio Electrónico de Cantabria www.escueladecomercioelectronico.es
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