Este artículo de opinión está escrito por el capitán de nuestro barco, Álvaro Galán, y ha sido publicado en el Diario Alerta el lunes 19 de julio.
Emprendimiento, un término en boca de todo el mundo cuyo significado, en ocasiones, dista mucho de la idealización subjetiva propia que sobre él proyecta quien lo acuña. Yo soy «emprendedor» y, desde que vendía mis limones a los vecinos para comprarme un patinete, he aprendido que lo más importante del término que hoy me ocupa es la parte de su significado que hace referencia al «inicio de una actividad que exige esfuerzo y trabajo».
De hecho, si visitamos el Diccionario Panhispánico de la lengua o el Diccionario de la lengua española, ni siquiera parecen ponerse de acuerdo en el significado del término. Ahora bien: en ningún caso encontrarás el término emprendimiento vinculado a la palabra éxito, o al menos no lo harás en los Repositorios de la objetividad.
Pero, no busquemos un problema donde no lo hay, para eso he creado este Manual de emprendimiento para currantes. Una guía objetiva -al menos para quien firma el artículo- con la que conseguirás llegar a un éxito mucho menos abrumador de lo que sueñas a través de un camino de fracasos mucho más largo de los que eres capaz de imaginar cuando decides «ponerte por tu cuenta».
No es que yo sea un negativista convencido ni quiera quitarte la ilusión, pero después de más de 17 años diseñando y ejecutando proyectos y la posibilidad que he tenido de formar a muchos emprendedores y empresarios, lo primero que aprendes -y cuentas si haces honor a la verdad- es que muy pocos consiguen el éxito que aguardan antes de rendirse.
Y no necesariamente es culpa de un mal diseño del proyecto o de su ejecución, en muchos casos es debido a nuestra poca o nula capacidad de sacrificio que nos lleva a «echar la rodilla» al suelo ante cualquier contratiempo en nuestra guía. Yo mismo he fracasado muchas veces y no estaría siendo honesto contigo ni franco con mi propuesta si no te contase que lo he hecho en muchas más ocasiones de las que he triunfado.
A lo largo de mi vida profesional he puesto en marcha 8 proyectos empresariales, de los cuales solo 2 han prosperado, Podemos decir que tengo un porcentaje de éxito del 25%, y tú pensarás «pues menudo emprendedor, ¿no?» y yo te diré «pues sí: pero gracias a los fracasos he aprendido a valorar mucho más los éxitos, a dirigir mi vida profesional y a elaborar una batería de artículos cuyo objetivo no consiste en ayudarte a no fracasar, estriba en ayudarte a reaccionar cuando lo hagas. Porque seguro que vas a hacerlo en algún momento de tu vida».
Podría haber abierto un canal en Youtube, alquilado un deportivo y un chalé con piscina como fondo para contarte que con 20 años gestionaba inversiones de 20M€ en publicidad, que la vida es para los ganadores y que el dinero está ahí si lo quieres; que basta con seguir 4 pasos muy sencillos y dos videotutoriales, de pago, por supuesto, para que tus ingresos se multipliquen por mil y te conviertas en el ejecutivo de moda, pero prefiero echarme unas risas 5 minutos al día viendo como supuestos gurús de los negocios carentes de toda moral, vergüenza y ética profesional se «manchan las manos» por mí.
¿En serio alguien puede pensar que si estos «tipos» fuesen capaces de hacer lo que venden te iban a contar cómo hacerlo? Si alguien es capaz de ganar 200M€ en un año y te cuenta cómo hacerlo en lugar de ganar «tus» 200M€ el año siguiente a cambio de cobrarte 10 por un vídeo es que es aún más tonto que los que pagan por sus clases magistrales. Pues eso, la semana que viene «¿Qué fue antes, la idea o la decisión de emprender?».
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